La vida inglesa con la que en 1910 se topa por primera vez Julio Camba, tras dejar la corresponsalía de París del diario El Mundo para hacerse cargo de la de Londres, es una vida estragada de tópicos. La flema, la impasibilidad, la corrección, la falta de corazón o el sentido práctico de los ciudada...
La vida inglesa con la que en 1910 se topa por primera vez Julio Camba, tras dejar la corresponsalía de París del diario El Mundo para hacerse cargo de la de Londres, es una vida estragada de tópicos. La flema, la impasibilidad, la corrección, la falta de corazón o el sentido práctico de los ciudadanos de la City, junto con el clima brumoso, la niebla, la persistente lluvia o el intrincado idioma, son motivos impepinables para que el periodista pontevedrés lance sus flechas envenenadas de ironía y de sarcasmo en estas sesenta y nueve crónicas que hasta ahora habían permanecido inéditas en libro. Si París y la vida alegre y espontánea de los franceses habían supuesto para él como un mundo hecho a su exacta medida, Londres y las costumbres de los ingleses le resultan manifiestamente peculiares a fuer de ser muchas veces incomprensibles. Parafraseando a Chesterton, se podría decir que para Camba no fue ni mucho menos fácil comprender las raras cualidades de los británicos, tan alejadas de los alegres, corteses, románticos y apasionados franceses.
Sesenta y nueve crónicas sobre la vida inglesa hasta ahora inéditas en libro del Julio Camba más burlón y agudo.
Julio Camba (Vilanova de Arousa, 1884-Madrid, 1962), es sin discusión uno de los cronistas más populares que ha habido en nuestro país, exponente de un estilo conciso cargado de agudas e irónicas observaciones. Tras unos inicios periodísticos en diversas publicaciones ácratas como El Rebelde, de la que fue su fundador y director, su paso en 1907 por el diario republicano España Nueva, encargado de efectuar la crónica parlamentaria, y su ingreso a continuación en El Mundo al frente de la sección «Palabras de un mundano» y después como corresponsal en París, lo catapultarían a la fama y le abrirían las puertas de las principales cabeceras de la época, colaborando en ABC y El Sol. De sus estancias en el extranjero surgirían algunos de sus más afamados libros, como La rana viajera (1920) o La ciudad automática (1932). Premio «Mariano de Cavia» en 1951, Camba publicó también otros volúmenes al margen de su actividad periodística: La casa de Lúculo (1929) y Haciendo de República (1934).
Ricardo Álamo. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Es autor de los libros Imaginarium, Estaciones de paso, Cuentos negros, Escritores al desnudo. Cuestionarios Proust y Bolaño, Vidas y muertes imaginarias, Mínimo esfuerzo, Ruido y eco, Escritos erráticos y Pasos de seda, y ha sido coordinador-editor de La figura escurridiza. A propósito de Juan Bonilla, En el nombre del nombre e Ideas al vuelo. Aforismos, confesiones y ocurrencias de José Luis García Martín. En Renacimiento ha publicado Plagiarios & Cía. Un diccionario, Letras mínimas, Muchos que me viven. Antología poética de Fernando Quiñones, Mil aforismos sobre el amor y otras pasiones, así como el libro de crónicas de Julio Camba París. Colabora habitualmente en revistas como Calle del Aire, Culturamas y Turia. @ricardoalamo65
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