El machismo busca refundarse. La idea es la misma que expresó en 2008 el entonces presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, ante la mayor crisis económica generada por el capitalismo cuando dijo, ¡hay que refundar el capitalismo! Un posicionamiento que refleja claramente la estrategia del poder cuando...
El machismo busca refundarse. La idea es la misma que expresó en 2008 el entonces presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, ante la mayor crisis económica generada por el capitalismo cuando dijo, ¡hay que refundar el capitalismo! Un posicionamiento que refleja claramente la estrategia del poder cuando se ve descubierto en sus consecuencias no deseadas. No hay arrepentimiento, tan sólo conciencia de que debe hacer algo para evitar la crítica social, y ese hacer algo es intentar que todo siga igual.
El machismo es cultura, no conducta; pero sobre todo es mentira. Es la primera postverdad, el bulo original que ha llegado hasta nuestros días con su falacia. Y es mentira porque se basa en la idea de que los hombres son superiores a las mujeres, y eso no es verdad. Por eso necesita las fake-news, las verdades alternativas y los bulos, porque la mentira sólo puede sostenerse con nuevas mentiras, de ahí que lo que un día comenzó con la manipulación del relato y continuó con la poskultura, haya llegado hasta la «guerra cultural» de hoy con el objeto de refundar el machismo.
El objetivo es que el modelo androcéntrico perdure y se imponga sobre la crítica y la transformación social a favor de la igualdad que vivimos. Sin embargo, ya no puede hacerlo en nombre de los hombres y lo masculino, ahora necesita otras razones que se presenten como neutrales, y para ello recurre al argumento de la defensa del orden basado en la historia como ejemplo de proyecto común. A partir de ese nuevo marco le basta con incorporar iniciativas que aumenten el control, entre ellas la tecnología con sus algoritmos y su inteligencia artificial. Y no dudan en usar la propia democracia contra la democracia, pues no hay nada de nuevo en ello cuando la discriminación de las mujeres, la negación histórica a que accedieran a la educación, la prohibición a su participación social, y la violencia contra ellas en cualquiera de los espacios de convivencia, demuestran que el machismo es el principal elemento antidemocrático, y que ahora está dispuesto a ejercer su control de forma más estrecha.
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