“Contar en un libro todas las cosas es como dejar una espada en manos de un niño”, reza un epígrafe de San Clemente de Alejandría en La noche anterior. Guiado por estas palabras, Martín Caparrós no corre el riesgo temerario de contarlo todo, pero elige, a cambio, desafiar con audacia las reglas de la narrativa más convencional. Hecha de interrupciones y fragmentos, La noche anterior es una novela donde diferentes tramas se insinúan y entrelazan sutilmente. La narración de la vida de Antilio Maneo, hereje gnóstico autor de una Vida apócrifa de San Juan Evangelista, alterna con el relato de viaje de Carlos, un escritor, y Jeanne, su mujer, a la isla de Patmos, donde bajo un sol que cae a plomo asoman retazos de un titubeante discurso amoroso que anuncia la inevitable ruptura de la pareja. Los hilos narrativos se abren y desvanecen continuamente mientras que entre repeticiones, relatos fugaces, versiones y verdades provisionales se teje el ritmo singular y cautivante de esta obra que, publicada originalmente en 1990 e inédita hasta el momento en España, constituye una pieza fundamental en la brillante trayectoria de Martín Caparrós.
En 1850, a propósito de las observaciones de unos astrónomos de Cambridge que habían fotografiado el sol, la luna y la estrella Vega, Charles Delacroix anotó que si la luz de una estrella tardaba, como se creía, veinte años en llegar a la tierra, el rayo que se fijó en la placa había abandonado la esfera celeste mucho antes de que Daguerre descubriera el proceso mediante el cual se logró la captación de esa luz. Toda estrella es, en realidad, la historia de una estrella, el signo que da cuenta de ella, lo que de ella queda. Toda estrella es literatura, realismo barato, novelita histórica
