El norte de Francia ofrece un sinfín de posibilidades:deleitarse con los quesos normandos, revivir in situ las dos guerras mundiales, perderse por el casco antiguo de Ruan, etc. Además, es un placer conducir por la costa y por las zonas rurales del interior.
Esta región tiene una historia turbulenta, como demuestran las cicatrices que la guerra dejó en los campos de Flandes y en las playas de Normandía. Sin embargo, sus paisajes y pueblos sirvieron de inspiración a artistas de la talla de Monet.