"La locura está hundida en el discurso de la experiencia histórica y en la tajante realidad de los hechos humanos. Pero siempre eludida, siempre inapreciable, estalla y al mismo tiempo
se cierra como una peligrosa transparencia bajo las líneas de fuerza de la razón dominante.El sentido de la obra de Foucault -un sentido más que polémico, político- no descansa
en el examen inocente del pasado clásico europeo en relación con la locura; su efecto cultural no complace a ningún historicismo académico, a ninguna nosografía tampoco:
es una puesta en cuestión, rigurosa y ardiente, de la simulación que suelen registrar, con miedo y desenfado, las vicisitudes “dialécticas” de la pareja Razón-Sinrazón.