Cuando a la autora le diagnosticaron cáncer de colón, sintió una pérdida repentina de la estabilidad, como si un manotazo derribara todas las piezas de un tablero de ajedrez. El cáncer la había dejado sin guion, debía luchar contra ese cuerpo al que estaba atada y poner orden donde no lo había. Escrito en primera persona y a caballo entre el ensayo, la crónica y el diario personal, escribió un texto que alude a la confusión, al desequilibrio y al desorden emocional y físico que supone de pronto en una mujer joven encarar una enfermedad grave. El libro parte de una rigurosa investigación sobre los testimonios sobre el cáncer en la literatura, citando autores consagrados que en algún momento han escrito acerca de los conflictos y vaivenes emocionales de la enfermedad.