La llave secreta de Eugenio Mandrini, uno de los grandes cultivadores actuales del microrrelato hispanoamericano, es bifronte: causa placer y al tiempo produce estupor, una mezcla no demasiado común de precisión narrativa con encantamiento poético. Se trata, por tanto, de intentar llegar a esa frontera donde el autor y el lector se funden para hacer de la literatura otro modo de imaginada locura, quizás otro posible camino de salvación. Estas criaturas ?le dice Mandrini al lector cómplice? pueden ser tuyas, pero atrévete a no cerrar los ojos. Saltan. Enceguecen. Golpean con manos de caricia. Vuelven.