Los años de 1880 a 1884 ocupan un lugar crucial en la trayectoria vital e intelectual de Friedrich Nietzsche. En este período empezó su vida de «filósofo errante» y alcanzó su plena madurez filosófica, estableciendo las bases del proyecto filosófico que se dedicaría a desarrollar hasta sus últimos días. Son los atribulados años de la concepción y composición de Aurora, La gaya ciencia y Así habló Zaratustra. En ellos aparecen ya los temas fundamentales de su pensamiento: la crítica a la moral y al cristianismo (en sus propias palabras, la más radical llevada a cabo nunca), la rehabilitación de la apariencia (en contra de toda la tradición filosófica), la transvaloración de todos los valores, el superhombre, la voluntad de poder y el eterno retorno.
Estas cartas enviadas a sus amigos y familiares desvelan la dimensión más vital del pensamiento de Nietzsche. En ellas se descubre hasta qué punto sus reflexiones filosóficas arrancaban de hondas experiencias y motivaciones personales. Pues esta época contiene también muchas vicisitudes que marcaron su vida, como la situación de soledad e incomprensión, los conflictos familiares y su relación con Lou von Salomé y Paul Rée. Precisamente de la experiencia traumática que supuso la ruptura de esta profunda amistad y de la enorme tarea de «trasformar el fango en oro», nacerá el Zaratustra.